jueves, 20 de mayo de 2021

Cada día que pasa...

 Cada día que pasa siento lo mismo, esa sensación de necesidad , de insaciabilidad y de mal estar que me creo el dejar de beber.. 

Pero siempre que estoy a punto de la recaída, recuerdo aquel accidente que dejó a mi amigo con una peor sensación que la mía, la sensación de vacío que provoca perder a un padre que irresponsablamente conducía bajo los efectos de la bebida sin conocer las consecuencias. 

Manuel Moreno

lunes, 17 de mayo de 2021

El perro de Lola

 Lola era una chica de 26 años, independiente y con una vida bastante buena. Ella tenía un buen trabajo, se podía pagar el piso en el que vivía y podía mantener a su perro Rocky, con quien vivía y además, lo más importante que tenía en su vida por aquel momento. Para Lola tener un buen trabajo, una casa y a su perro, era todo lo que ella necesitaba, pero había un problema. El alcohol. Desde pequeña había vivido con sus tíos, los cuales eran alcohólicos, y esto hizo que a los años Lola comenzara a beber. No se daba cuenta de que con el paso del tiempo dejo de poder controlar su adición y en varias ocasiones la había pasado una mala jugada. Un día, después del trabajo se paró en el bar de al lado de su casa para tomarse “una cerveza” aunque luego se convirtieron en más de 8. Le costó mucho llegar a casa debido al exceso de alcohol, aunque ella no le dio importancia, se metió en la cocina para preparar la cena y se fue a la ducha, sin darse cuenta de que el fuego seguía encendido. Debido al nivel de alcohol en la sangre que llevaba en ese momento, paso mucho tiempo hasta que al final se dio cuenta del olor a quemado que había en la casa. Fue corriendo a la cocina, viendo esta y más de medio salón estaba en llamas, con tan mala suerte que a Rocky le alcanzó el fuego y falleció. Fue ahí cuando se dio cuenta que por culpa de su adición e inmadurez, había perdido a quien más quería.


Alba Luengo