El placer es la única regla, ¿jugamos?
Era la clase de desafíos que a Mario tanto le gustaban, y no dudó en aceptarlo.
Comenzó y no pudo parar, se sentía rejuvenecer. Notaba cómo se quitaba años de encima.
Uno, avanza una casilla, ríete tanto como en todos tus años de juventud.
Dos, vuelve a avanzar, tambaléate tanto que vuelvas a necesitar unos brazos firmes como los de una madre.
Tres, otro paso más, balbucea como a los pocos años de edad.
Cuatro, pierde todo tipo de conocimiento, igual que como viniste al mundo.
Cinco, llegas a la meta, llegas al principio. Te conviertes en un ser inerte, te conviertes en un ganador sin vida.
María Pérez Meneses