Lo cantaron
los griegos primero y aunque olvidemos los detalles, el castigo
divino pasó de generación en generación: subir una piedra enorme
hacia la cima, y justo antes de alcanzar la meta, la piedra caía y
Sísifo tenía que comenzar de nuevo a subir colina arriba con la
pesada carga.
Lo contó
después un tal Camus, existencialista y francés, valga la
redundancia, y Sísifo se hizo de carne y hueso porque Sísifo podría
ser cada uno de nosotros: un tipo vencido por el absurdo, sin
respuestas, viviendo porque sí, sin hacerse preguntas.
Y te lo
cuento yo ahora, con unos versos robados a Parra, tú que ignoras al
personaje, pero comprendes metáforas y analogías:
“Ninguna
plenitud
será más alta que el oscuro sótano
del vino”.
Antonio Martín
No hay comentarios:
Publicar un comentario