miércoles, 12 de noviembre de 2014

Fin de una despedida, dura pero larga.

Lloré, cuando ya me faltaban las fuerzas, de mi cuerpo vestido de moratones y arañazos. No era una vestimenta adecuada para salir a la calle. Cuando me miraba al espejo me daba repugnancia de mí, perdí mi valor. 
Pensé: si no me quiero yo, nadie me va a querer. 


Rosa Lumbreras


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