Ni tú, ni yo, éramos nosotros.
Ni tú, ni yo, solo eras tú.
Ni tú, ni yo, solo eras tú.
Ni tú, ni yo, solo era tu botella.
Ni tú, ni yo, solo eran tus borracheras.
Ni tú, ni yo, solo eran tus golpes.
Ni tú, ni yo, solo era mi muerte.
Ni tú, ni yo, solo eran tus borracheras.
Ni tú, ni yo, solo eran tus golpes.
Ni tú, ni yo, solo era mi muerte.
Ni tú, ni yo, éramos nosotros.
Tú y solo tú.
Tú y tu botella.
Tú y tus borracheras.
Tú y tus golpes.
Mi muerte y yo.
Tú y solo tú.
Tú y tu botella.
Tú y tus borracheras.
Tú y tus golpes.
Mi muerte y yo.
Rocío Márquez
Relato sutil y profundo este. De nuevo el alcohol vuelve a hacer perder el norte al criminal del relato; encerrándose en un mundo efímero, dañino y totalmente improductivo. Aprendamos a valorar de una vez nuestra propia vida y la de quienes nos rodean y dejar de aferrarnos al alcohol como la solución a nuestros problemas, cosa que es un indicio de enorme y preocupante debilidad en nuestra persona.
ResponderEliminar