lunes, 8 de diciembre de 2014

Vida errante

Pablo tenía dieciséis años y su vida era bastante errante, mínimo se mudaba dos veces al año por el trabajo de su padre, desde chico le ha dolido bastante tener que despedirse de sus amigos, por lo que decidió no tenerlos. Se tiraba el día entero en su casa, y lo del instituto eran simples compañeros de clase. El día en el que su padre le dijo que ya no tendrían que moverse más ya que lo hicieron fijo en la empresa, ese año, Pablo decidió que no estaría mal, volver a tener amigos, y se enteró que había una fiesta de los chicos de su clase. Le invitaron, y él, sin pensárselo dos veces, aceptó instantáneamente, esa noche, salió ilusionado a comerse el mundo hacia la fiesta, los amigos lo incitaron a beber alcohol, y él, pensó que sería una opción más para relacionarse, y empezó a beber, ya iban dos y nada más que el sonido del ron al rebotar contra el cristal al volver a llenar el vaso le acompañaba, pensó que simplemente, aún era pronto, y se propuso seguir bebiendo hasta que alguien se acercara a él, cuando llevaba doce, sus piernas comenzaron a temblar y cayó al suelo inconsciente, cuando se dieron cuenta del chico que yacía en el suelo, llamaron a una ambulancia. Mientras que lo llevaban a una habitación en las camillas, pudo ver que a sus lados había personas: su padre, su madre y un doctor. 
Sería la última vez que vería esas caras.

David Galván

1 comentario:

  1. Los jóvenes piensan, en su mayoría, que para poder relacionarse y conseguir ser aceptados en la sociedad actual necesitan consumir alcohol, sin darse cuenta de que están jugándose la vida y hay otros métodos para hacer amigos.

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