lunes, 24 de febrero de 2014

Antes de cerrar los ojos



De pronto tu visión se vuelve borrosa, ya no eres capaz de identificar las figuras que están a tu alrededor. Mientras caminas, tus piernas empiezan a temblar y tus manos se quedan entumidas sin poder moverse. Intentas dar un paso y luego otro, pero el frío que recorre tu cuerpo te estremece de tal manera que caes al suelo sin poder evitarlo. Después de un duro esfuerzo te sientas en el asfalto, apoyando tu espalda en la pared y esperando que a desaparezca ese terrible dolor de cabeza. Tras unos angustiosos minutos, tus riñones se paralizan, tu respiración parece ser escasa y antes de poder arrepentirte por haber tomado tantas copas, tus ojos se cierran para siempre.



Beatriz Benavente Caballero

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