miércoles, 6 de mayo de 2015

Tres botellas, una muerte.



Salí de casa deprisa con mi mejor amiga. Las dos estábamos dispuestas a rememorar aquella noche. Era sábado, salíamos de trabajar y llevábamos tres botellas de ron… la noche pintaba bien. El desfase llegó a nuestras cabezas para cuando las estrellas se habían sublevado contra el sol; para entonces, ya sólo quedaba media botella de ron. Decidimos marcharnos, como pudimos, con el objetivo de  llegar a casa, olvidar todo lo vergonzoso que habían hecho a lo largo de la noche, y pensar en el pedo tan grande que nos habíamos cogido. Arranqué el coche y salimos del aparcamiento como pude, chocando con el morro del coche que tenía detrás, y nos metimos en carretera. Mi mejor amiga se percató de que quedaba algo de ron y sugirió que lo termináramos, lo más recomendable si vas conduciendo y estás borracha. Alcé la cabeza para terminarme el líquido de la botella, y antes de que la primera gota de ron tocara mis labios, un camión chocó de lleno contra nosotras.  Escuché cómo el cuello de mi amiga se partía, dejándola  colgando como si fuera una muñeca de goma. Cristales salpicaron mi cara y un miedo atroz me sobrecogió. Lloré, grité, no sabía qué hacer, mis piernas estaban inmovilizadas y no sabía si sentía o no mi espalda. Mi mejor amiga estaba muerta, posada en
mis piernas inmóviles.
Aquella noche, en verdad, fue una noche para recordar.

Francisco Pinilla

1 comentario:

  1. Este microorelato te da una importante lección, no conducir si estas borrach@, lo único que vas a conseguir con esto es acabar con tu vida y con las que viajen contigo

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