EL
REGALO
Esperé impaciente aquel
día. Por fin había llegado.
Cumplía ocho años y
estaba deseando ver mi regalo aparecer por la puerta. Todos mis
compañeros de clase tenían esa bicicleta nueva que anunciaban todas
las revistas. Pasaba por el escaparate de la tienda de deportes y me
imaginaba subido en ella, recorriendo a toda velocidad las calles del
barrio. Podía tirarme largos ratos frente al cristal.
Uno de los días que ayudé
a mi madre a hacer la compra repetí el mismo ritual, y esta se
percató en el empeño que en ella ponía, pero solo frunció el ceño
y me invitó a continuar con el recado.
Yo entendía que la
economía en casa no estaba del todo bien, mi padre llevaba bastante
tiempo sin trabajo y pasaba largas horas fuera, decía estar buscando
uno nuevo.
Poco tiempo después vi a
mi madre colocar una pequeña hucha encima de su armario, lejos de mi
alcance, en la que varios días a la semana iba introduciendo una
pequeña cantidad del dinero que mi vecina le pagaba por limpiar su
casa. Yo tenía la curiosidad de saber cuál sería el fin de esos
ahorros. Siempre que mi madre se dirigía a su habitación la seguía
y observaba, hasta que un día me descubrió viendo cómo volvía a
colocar la lata y se limitó a guiñarme un ojo. Lo entendí, sus
ahorros iba a emplearlos en mí.
La mañana del cinco de
marzo, mi cumpleaños, escuché como mi madre rompía el recipiente y
sacaba una a una las monedas que había ido introduciendo durante
semanas y se lo daba a mi padre, quien salía entonces a comprar mi
sorpresa, supuse.
Me senté en la silla del
comedor más próxima a la calle y ahí permanecí sentado durante
horas, esperando y esperando mientras me imaginaba conduciendo mi
nueva bicicleta junto a mis compañeros.
Sonó el ascensor; estaba
subiendo. Poco después escuché varias llaves moviéndose al ritmo
que mi corazón latía; torpemente se abrió la puerta y ahí estaba
mi padre. Me quedé estupefacto y sólo fui capaz de pronunciar estas
pocas palabras:
Este relato es de mis favoritos de todos los que he leído ya que está escrito de una manera muy limpia y está muy bien hecho. El mensaje de este relato es que el alcohol decepciona, en este caso a tu hijo, un enfuerzo de una familia para cumplir el sueño de su hijo llevado al garete por la adicción del alcohol. Un hijo apenado y decepcionado, sin su bicicleta que tanto le había costado ahorrar a su madre. Una ilusión rota por unas copas de alcohol que sólo conllevarán al olvido. Buenísimo relato.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho cuando lo he leído. Una historia contada muy dulce desde la inocencia de una niña que llega al alma. Cómo un padre es capaz de romper la ilusión de su hija por esta enfermedad y esta de que manera nunca podrá olvidar aquel día. Un amargo cumpleaños para la chica.Una lástima que siempre los que más sufren son los que menos culpa tienen.
ResponderEliminarUn microrrelato que no queda en el olvido y me hace pensar. Muchas gracias María.
Esta historia me ha atrapado desde el principio, duele incluso al lector observar como la gran ilusión de ese niño que espera su regalo y ansía la llegada de su cumpleaños junto con el enorme esfuerzo económico de su madre es destruido por un padre que no tiene miramientos para romper el sueño de su hijo a costa de mantener su vicio: el alcohol. Es por ello que nos hace recapacitar sobre los devastadores efectos que conlleva esta adicción. Sin duda es un gran microrrelato.
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