jueves, 16 de enero de 2014

¿Libertad?

Traspaso esas rejas que dejan atrás mi libertad. ¿Libertad? Esa pérdida sólo es el principio…
A medida que van pasando las salas ante mí - pues yo aún sigo estático, sin responderme ni a mí mismo- me doy cuenta que todas mis pertenencias desaparecen.
Mi nombre es reemplazado por un número entre tantos, un número que indica cuál es mi celda, mis bolsillos son vaciados ante un señor que se apodera de mis más íntimos tesoros.
Una vez dentro veo cómo voy perdiendo la noción del tiempo, cómo voy perdiendo los días y los inviernos y cómo voy perdiendo la fe…
Es una delgada línea la que se debe cruzar para llegar a este instante, en el que te das cuenta que lo único que no podrán llevarse será mi piel.
Esa piel que guarda las cicatrices que gritan auxilio, las cicatrices que lloran, y las cicatrices que suplican piedad.
Esa piel que mi mujer besaba cada mañana y noche antes de dormir.
Esa piel que sudaba el alcohol de las noches descontroladas.
Esa piel que perdió el control del coche.
Esa piel que la mató.

No hacen falta rejas, ni celdas, ni jaulas. Yo soy preso de mí mismo.

María Pérez Meneses

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