viernes, 17 de enero de 2014

Mi botella y yo

El día había sido horroroso, me había enfadado con mis padres; creo que a causa de mi mal comportamiento.
No me dejaban salir.
Me sentía sola.
No sabía qué hacer.
No tenía con quién desahogarme, alguien que me aconsejara, alguien que me ayudara. Así que me escapé de casa.
Me fui lejos, muy lejos, a un parque, sola y con la maldita botella de Larios.
Aquí estamos las dos: mi botella y yo, equivocándonos.

Ángela Barbero

1 comentario:

  1. Hay momentos en la vida en los que no vemos salida a las problemas, y en los que todo nos viene demasiado grande, incluso la cosa más insignificante, y en vez de darle tiempo, y esperar a que todo pase, buscamos la peor solución de todas, pensando que el alcohol nos hará olvidar todas las penas, sin pensar en las consecuencias que esto puede traernos después. Por eso es mejor esperar a que pase la tormenta, y no venirnos abajo nunca pensando en hacer cosas que a la larga nos van a jugar una mala pasada.

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