viernes, 17 de enero de 2014

Razones

Nunca supe dónde y cuándo me equivoqué, pero de seguro algo falló. Será, tal vez, en la educación transmitida, en el amor no dado en la medida de la necesidad, en el acompañamiento a medias cuando más lo necesitaba o quizá sea en el exceso de celo por buscar la perfección. Pero lo cierto es que, hoy, lloro e imploro en silencio cuando alguien me recuerda que mi hijo bebe más de la cuenta. Un desgarro en el alma se apodera entonces de mi fragilidad y me quiebra en cientos de pedazos inermes.

Eduardo A.

1 comentario:

  1. Un relato lleno de sentimiento que me ha despertado la emoción que un padre puede sentir al conocer que su hijo bebe, seguramente beberá demasiado y por ello su padre se siente tan mal. Intento imaginar y ponerme en la piel de ese padre que sabe que hijo se emborracha fin de semana tras fin de semana y se me pone la piel de gallina. Ese padre que no sabe si su hijo volverá a casa o si llamarán a su teléfono para decirle que ha sido hospitalizado, o mucho peor, que le han encontrado muerto... Es un relato que deberían leerlo todos aquellos adolescentes que piensan que el alcohol te alegra la vida, e intenten ponerse en el papel de sus padres, a ver si ellos lo pasarían bien cuando sus hijos hicieran lo mismo que ellos.

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